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El pequeño gorila al que no le gustaban los plátanos

Singe

Érase un pequeño gorila al que no le gustaban los plátanos. ¡Y esto es duro para un mono!

Su madre había probado todo: plátanos flameados, soufflé de plátano, en compota, a la papillote, tarta de plátano, empanadillas de plátano, banana-split, sorbetes de plátano… No servía de nada, el pequeño gorila no quería comerlos.

Desesperada, mamá gorila decidió ir a ver al brujo de los monos, el viejo orangután que vivía en el fondo del bosque.

El viejo mago orangután pidió que le llevasen al pequeño gorila cuando hubiese luna llena. Ayudado por su aprendiz, el joven tití, utilizó su medicina durante toda la noche: danzas, canciones, pinturas, infusiones… Invocó a todos los dioses de los monos e incluso otros. Al amanecer, exhausto, hizo venir a los padres del gorila y les dijo:

-Lleven mañana a su hijo a la gran roca que está en medio del río Outabanana. Tiene que quedarse solo tres días y tres noches allí sin comer ni beber nada. Después, su hijo estará curado.

Los padres del gorila hicieron lo que el mago de los monos les dijo.

El joven gorila se quedó tres días y tres noches solo en la roca de la orilla del río.

El cuarto día por la mañana, sus padres fueron a buscarlo. Loco de alegría, el joven gorila se lanzó a los brazos de su mamá y, cuando mamá gorila le ofreció un racimo de plátanos, el pequeño lo devoró entero.


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